Un lugar al que pertenecer
Reflexión diaria inspirada en las lecturas del 28 de octubre 2025:
Pertenencia y unidad en Cristo
Entre los olivos, el viento murmura historias de raíz y pertenencia.
Así también el alma busca un lugar donde ser parte, donde el amor se convierta en techo y la fe en cimiento.
La misericordia de Dios y la libertad interior nos enseñan que no somos extraños, sino miembros de una misma casa: la del Espíritu
Susurros al olivar
“En la casa de Dios, ningún corazón es extranjero; cada uno es una piedra elegida para sostener el peso del amor.”
Las lecturas del 28 de octubre 2025:
Efesios 2:19-22
19Así pues, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios. 20Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. 21Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. 22Por él también vosotros entráis con ellos en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.
Las citas bíblicas se basan en la traducción oficial de la Conferencia Episcopal Española.
Salmos 19(18)2-5
2El cielo proclama la gloria de Dios, | el firmamento pregona la obra de sus manos: 3el día al día le pasa el mensaje, | la noche a la noche se lo susurra. 4Sin que hablen, sin que pronuncien, | sin que resuene su voz, 5a toda la tierra alcanza su pregón | y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Las citas bíblicas se basan en la traducción oficial de la Conferencia Episcopal Española.
2 Timoteo 4:6–8, 16–18
6Pues yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente. 7He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe. 8Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.
16En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron. ¡No les sea tenido en cuenta! 17Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león. 18El Señor me librará de toda obra mala y me salvará llevándome a su reino celestial. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Las citas bíblicas se basan en la traducción oficial de la Conferencia Episcopal Española.
Lucas 6:12–16
12En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios. 13Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: 14Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, 15Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; 16Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Las citas bíblicas se basan en la traducción oficial de la Conferencia Episcopal Española.
Comprendiendo la palabra
Pablo, en su carta a los Efesios, nos recuerda que ya no somos forasteros ni ajenos, sino parte de la familia de Dios. En Cristo, cada persona se convierte en piedra viva de un templo que crece en unidad.
El Salmo canta la voz silenciosa de la creación: los cielos proclaman la gloria de Dios, y su mensaje llega sin palabras, pero con verdad.
En el Evangelio, Jesús pasa la noche en oración antes de elegir a los doce apóstoles. Su decisión nace del silencio, de la escucha profunda del Padre.
Estas lecturas se unen en una sola imagen: la Iglesia como hogar y misión.
Cada uno de nosotros ha sido elegido no para permanecer aislado, sino para construir, junto a otros, la morada donde habita el amor divino.

Reflexión al olivar
En el olivar, las raíces se entrelazan bajo tierra; ninguna crece sola.
Así somos nosotros en la fe: unidos en lo invisible, sostenidos por la misma savia de la gracia.
Ser parte de la casa de Dios no significa perder la forma propia, sino descubrir que cada alma, con su color y textura, tiene un lugar que la hace necesaria.
Dios nos llama por nombre, como llamó a los apóstoles, para formar parte de una obra que se construye día a día.
Y cuando amamos, servimos o simplemente permanecemos fieles en el silencio, colocamos una piedra más en ese templo vivo donde Él habita.

Para reflexionar
– ¿Me reconozco como parte viva de la casa de Dios, o a veces me siento aún como un visitante en la fe?
– ¿De qué manera puedo ayudar a construir comunión, haciendo de mi entorno un lugar donde otros también se sientan en casa?
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Un pensamiento final
El amor de Dios no construye muros, sino hogares.
Y cada corazón dispuesto es una piedra elegida para sostener Su presencia.
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