Susurros al olivar – La oración que llega al cielo

La oración que llega al cielo


Inspirado en las lecturas del 26 de octubre 2025
Eclesiástico 35: 12-14, 16-18

12Porque el Señor es juez, | y para él no cuenta el prestigio de las personas. 13Para él no hay acepción de personas en perjuicio del pobre, | sino que escucha la oración del oprimido. 14No desdeña la súplica del huérfano, | ni a la viuda cuando se desahoga en su lamento. 

16Quien sirve de buena gana, es bien aceptado, | y su plegaria sube hasta las nubes. 17La oración del humilde atraviesa las nubes, | y no se detiene hasta que alcanza su destino. 18No desiste hasta que el Altísimo lo atiende, | juzga a los justos y les hace justicia.

Las citas bíblicas se basan en la traducción oficial de la Conferencia Episcopal Española.

Salmos 34(33):2-3, 17-18, 19, 23

2(Álef) Bendigo al Señor en todo momento, | su alabanza está siempre en mi boca; 3(Bet) mi alma se gloría en el Señor: | que los humildes lo escuchen y se alegren. 

17(Pe) pero el Señor se enfrenta con los malhechores, | para borrar de la tierra su memoria. 18(Sade) Cuando uno grita, el Señor lo escucha | y lo libra de sus angustias; 

19(Qof) el Señor está cerca de los atribulados, | salva a los abatidos.

23El Señor redime a sus siervos, | no será castigado quien se acoge a él.

Las citas bíblicas se basan en la traducción oficial de la Conferencia Episcopal Española.

2 Timoteo 4:6–8, 16–18

6Pues yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente. 7He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe. 8Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.

16En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron. ¡No les sea tenido en cuenta! 17Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león. 18El Señor me librará de toda obra mala y me salvará llevándome a su reino celestial. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Las citas bíblicas se basan en la traducción oficial de la Conferencia Episcopal Española.

2 Corintios 5:19

19Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación.

Las citas bíblicas se basan en la traducción oficial de la Conferencia Episcopal Española.

Lucas 18:9–14

9Dijo también esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás: 10«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. 11El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. 12Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”. 13El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”. 14Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».


Comprendiendo la palabra

El libro del Eclesiástico nos recuerda que Dios no hace distinción de personas: escucha la súplica del humilde y del oprimido, y su oración “atraviesa las nubes” hasta llegar al cielo.

El salmo canta esa misma verdad: “El Señor escucha el clamor del pobre.” Aun en medio del dolor, el justo confía en que el Señor está cerca de los corazones quebrantados y salva a los que tienen el espíritu herido.

Pablo, en su carta a Timoteo, habla con serenidad del final de su camino. Ha luchado la buena batalla, y confía en que el Señor, fiel y justo, lo rescatará. No hay resentimiento, solo paz: la fe transforma la despedida en gratitud.

El versículo del Aleluya nos recuerda que Dios, por medio de Cristo, reconcilia al mundo consigo mismo, sanando lo que el orgullo había separado.

Y en el Evangelio, Jesús nos muestra la oración más pura: no la del que se compara ni presume, sino la del que simplemente dice: “Dios, ten compasión de mí, que soy pecador.”
El Señor mira al corazón. La humildad abre el cielo.


Reflexión al olivar

Aquí, entre los olivos, las raíces no compiten por el espacio. Se entrelazan, se sostienen, y en su humildad encuentran fuerza. Ningún árbol busca ser más alto; todos crecen según la luz que les toca.

Así también es la oración que agrada a Dios: sencilla, callada, sin apariencias. Es la que nace del silencio interior, donde el alma se atreve a ser honesta.

A veces creemos que necesitamos palabras perfectas para hablar con Dios, pero Él ya conoce el lenguaje del corazón. Basta un suspiro sincero, y su misericordia responde.

Para reflexionar

– ¿Mis oraciones nacen del deseo de ser visto o del deseo de ser escuchado por Dios?


– ¿Soy capaz de presentarme ante Él con sencillez, sin máscaras ni méritos?

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Un pensamiento final

El corazón que se arrodilla en humildad se eleva más alto que cualquier palabra perfecta.

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